A cada generación se le suele
identificar con una gran figura mitológica o legendaria que es reinterpretada
en función de los problemas del momento. Los hombres modernos gustaron
identificarse con Prometeo, que, desafiando la ira de Zeus, trajo a la tierra
el fuego, desencadenando así, el progreso de la humanidad.
Luego se sugirió que el símbolo más representativo de la
modernidad no era tanto Prometeo sino Sísifo que fue condenando por los Dioses
a hacer rodar sin cesar una roca hasta la cumbre de una montaña, desde donde la
roca volvía a caer siempre por su propio peso.
Ahora, los
posmodernos dicen: "Hace falta ser tontos para saber que Prometeo no es
Prometeo sino, Sísifo, y empeñarse una y otra vez en subir la roca hasta lo
alto de la montaña". ¡Dejémosla abajo y disfrutemos de la vida!.
La posmodernidad
surge a partir del momento en que la humanidad empezó a tener conciencia de que
ya no era válido el proyecto de vida moderno; está esta basada en el
desencanto.
Los posmodernos
tienen experiencia de un mundo duro que no aceptan, pero no tienen esperanza de
poder mejorarlo. Estos, convencidos de que no existen posibilidades de cambiar
la sociedad, han decidido disfrutar al menos del presente con una actitud despreocupada.
La posmodernidad
es el tiempo del yo ("de él yo antes que el todos"). Tras la perdida
de confianza de los proyectos de transformación de la sociedad, solo queda
concentrar todas las fuerzas en la realización personal. Hoy es posible vivir
sin ideales lo importante es conseguir un trabajo adecuado conservarse joven,
conservar la salud, entre otros.
Por lo tanto el símbolo de esta época ya no es Prometeo ni Sísifo,
sino Narciso. Se pierden los grandes principios éticos y morales de la
modernidad no se mantienen los valores con carácter Universal,
El hombre en la
posmodernidad empezó a valorar más el sentimiento por encima de la razón. Los
posmodernos niegan las ideas de la modernidad sin analizarlas, ya que esto
supondría tomar en serio la razón, rechazan los ideales propuestos por los
modernistas y dicen que el deseo de saber demasiado sólo puede traer males.
Elizabeth Molina
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